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CARTAS A SEBASTIÁN PIÑERA

Patricia Santa Lucía

LA CODICIA S.A.

por Patricia Santa Lucía (05/12/05)

Fuente: http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=1146&Itemid=48

No significa mucho que Piñera venda sus acciones. Tampoco sabríamos si el resultado de esa venta quedaría bajo el colchón para no contaminar sus decisiones de Primer Mandatario. No cabe duda que, con acciones o sin acciones, él será la misma persona. Aparentemente él es una buena persona, buen padre y esposo cariñoso. Lo mismo Lavín y tampoco importa si tiene o no acciones. La mayor parte de  los dueños y ejecutivos de empresas son buenas personas,

La duda de los electores para decidirse por uno de los candidatos a la Presidencia de la República de Chile se relaciona con los intereses que las candidaturas representan. Es claro que las de Lavín y Piñera representan los intereses de las grandes Corporaciones, como los representó la Dictadura de Pinochet y sus Chicago Boys. Como lo hicieron los Ministros y Directores en cargos claves de la Administración Pública de la época, como Joaquín Lavín y Sergio Melnick, que aunque ahora no visiten al tirano, no pueden borrar de sus CV aquella participación.


¿Qué significa defender los intereses de las grandes Corporaciones?


Según el ideólogo máximo de los Chicago Boys, Milton Friedman, las sociedades anónimas o corporaciones, defienden los intereses de sus accionistas y a ellos lo único que les debe interesar es obtener la máxima utilidad. Friedman expone refiréndose a éstas: “Sus intereses son los intereses de sus accionistas. Ahora, ¿si debería (la sociedad anónima) gastar dinero de los accionistas en propósitos llamados de responsabilidad social? Mi respuesta es NO.” Para Milton Friedman los ejecutivos de las empresas tienen una sola responsabilidad social y esa es con sus accionistas. El resto es sólo un engaño relacionado con las campañas publicitarias.


En efecto, las sociedades anónimas están creadas con una legalidad y ésta define lo que sus Directores y Administradores pueden y deben hacer. Y, a lo menos en los EEUU y otros países industrializados, sus ejecutivos deben priorizar los intereses de sus accionistas sobre todo el resto, estándoles prohibido por ley ser socialmente responsables. En otras palabras, la Responsabilidad Social es ilegal.


Los Ejecutivos de las grandes empresas, o sus dueños, deben cumplir la ley y no tienen ninguna obligación de defender los intereses de ningún otro sector de la sociedad. No investigarán sobre las formas de contribuir a la solución de sus problemas, ni producirán las medicinas que más necesiten, ni las venderán más baratas. Ellos se vincularán a todas aquéllas áreas que les proporcionen mayores utilidades a sus accionistas.


Ello no significa que los ejecutivos o los accionistas de las empresas sean gente mala. La mayoría son buenos ciudadanos, padres, hijos y hermanos respetados y solidarios en sus medios sociales. Pero business is business y esta esquizofrenia es la que permite funcionar en sociedad, no sólo a los grandes ejecutivos de las sociedades anónimas, sino también a los traficantes de armas, a los torturadores, a los vendedores de droga y a los que deben matar a sangre fría. De otra manera, su trabajo los convertiría en sicópatas.


Estas ideas se encuentran en el libro The Corporation, de Joel Balkan quien cita palabras de Anita Roddick, dueña de The Body Shop, quien trató de establecer un negocio diferente. Ella afirma que la lógica de la Sociedad Anónima lleva a personas decentes a hacer cosas indecentes: “Debido a que tiene que maximizar la utilidad...todo es legítimo para obtener dicho objetivo, todo....usar trabajo infantil, trabajo esclavo  (el de los sweatshops), o destruir el ambiente....es legítimo siempre que sirva para aumentar las utilidades. Es legítimo despedir a 5000 trabajadores y destruir comunidades para maximizar las utilidades”.


Esta es la ley de la gran empresa y obligarla a cambiar, significa matarla, destruir la esencia de su funcionamiento.


Sin embargo, es tarea del Gobierno y de la sociedad civil, defendernos del avasallamiento de las Corporaciones sin esperar nada de ellas, sólo exigiéndoles que cumplan la ley. No sólo su Ley, sino también las leyes del pais. Lo grave es cuando un Gobierno no exige el cumplimiento de la ley que nos protege, o no se legisla de acuerdo a los intereses de toda la sociedad, especialmente de los más débiles.


Por lo pronto los candidatos a la Presidencia podrían tener o no tener acciones. Incluso tener un pasado con el que quieren romper. Da lo mismo, lo importante es cómo se definan ahora.


Lo importante para nosotros, las grandes mayorías, es que se definan contra la evasión y elusión de impuestos, contra la depredación y contaminación del medio ambiente, contra el trabajo precario y el avasallaje de los grandes almacenes contra los proveedores, contra las tarifas de interés usurero que cobran los grandes malls y sus tarjetas y, especialmente, que se declaren, con medidas concretas, por el apoyo a la sociedad civil para reorganizar su defensa en sindicatos, organizaciones sociales y agrupaciones de todo tipo, destruidas por la dictadura y el miedo y que no se han podido recuperar por la imposibilidad de autoabastecimiento de medios e infraestructura.


Los afectados por la depredación y el avasallaje debemos organizarnos y defendernos con la denuncia, aclarándonos a nosotros mismos que nada podremos esperar de la buena voluntad de las Corporaciones o sus ejecutivos y exigiendo al Gobierno y sus candidatos, que no vendan sus acciones, sino que velen por el cumplimiento de la ley que debe favorecer a todos los chilenos por igual. Así de simple.


En los últimos 150 años La Gran Empresa (The Corporation)*, desde una relativa oscuridad, ha llegado a convertirse en la institución económica dominante en el mundo. Hoy las corporaciones gobiernan nuestras vidas. Determinan lo que comemos, lo que miramos en la TV, lo que vestimos, donde trabajamos y qué hacemos. Estamos inevitablemente rodeados por su cultura, iconografía e ideología. Como La Iglesia y La Monarquía en otros tiempos, se glorifican a sí mismas al imponer sus planteamientos que asumen  infalibles y omnipotentes. Crecientemente dictan las decisiones de sus supuestos fiscalizadores en el Gobierno y controlan a la sociedad aún en áreas que normalmente correspondieron a la esfera pública.


* THE CORPORATION: la persecución patológica de la ganancia y el poder. Joel Balkan, 2004